MEDITACIÓN 23.10
Hebreos 10.22-23 "Acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
esperanza, porque fiel es el que prometió."
Nuestro Padre celestial ha
hecho muchas promesas en la Biblia. Pero hay cierta confusión entre los
cristianos en torno a cuáles versículos las mencionan. Hay tres preguntas
prácticas para juzgar cuáles de esas promesas se aplican a nuestra situación.
1. ¿Está limitada la
promesa a una persona o circunstancia específica, o se aplica a todos los
creyentes?
Por ejemplo, la promesa hecha a Abraham y a Sara acerca de tener un hijo
(Génesis 18.10) fue específicamente para ellos, mientras que Hebreos 13.5
contiene la garantía para todos los cristianos de que Jesús estará con ellos
para siempre.
2. ¿Estamos
pidiéndole al Señor que satisfaga una necesidad o un deseo? Una necesidad es aquello que nos
hace falta para que Dios realice su obra en nuestra vida. Un deseo es
algo que queremos para nuestro disfrute o satisfacción. Si perdemos el
trabajo, entonces está faltando algo esencial: un ingreso. Pero si queremos
tener un nuevo cargo por razones personales, eso es un deseo.
3. Antes de cumplir
una promesa, ¿requiere el Señor alguna acción de nuestra parte? Proverbios 3.5-6 es una promesa condicional que garantiza la
dirección de Dios al confiar en Él. En cambio, la promesa de la presencia de
Jesús es incondicional; no depende de nada que hagamos (Mateo 28.20).
(De Encontacto)
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