miércoles, 16 de septiembre de 2015

“Cuando Queremos Decir Que No”

MEDITACIÓN 16.9

Rut 1  Les resumo el capítulo, pero ojalá lo lean completo En tiempo que gobernaban los jueces –en Judá- y hubo hambre, un varón de Belén - Elimelec-, su mujer -Noemí- y sus 2 hijos - Mahlón y Quelión-, fueron a morar a los campos de Moab.  Luego muere Elimelec. Sus 2 hijos se casan con mujeres del lugar -moabitas- Orfa  y Rut; y habitaron allí unos 10 años.  Luego murieron también los 2 hijos, y Noemí quedó desamparada.  Ella -con sus nueras- decidió volverse a Judá, porque oyó que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Noemí dijo a sus nueras que se volvieran a sus  casas y que Jehová haga con ellas misericordia, como lo habían hecho ellas; se despidieron y lloraron,  Ellas dijeron que donde Noemí fuera, ellas también irían, pero Noemí respondió que no tenía qué ofrecerles, y le expuso algunas razones; entre las que decía estar en gran amargura, porque la mano de Jehová estaba en su contra. Orfa decidió volverse a su casa, Rut se quedó con ella. Le expuso: 16“No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”.   Donde mueras, moriré yo. Al ver Noemí la determinación de Rut se fueron juntas hacia Belén.  Al verlas llegar, todos se conmovían; pero ella -con su tristeza- decía que no le llamaran Noemí, sino Mara; debido a la amargura que estaba viviendo. Ella les decía (eso creía ella) que se había ido teniendo de todo, pero que ahora Jehová la había devuelto con manos vacías.  22 Así volvieron Noemí y Rut, de los campos de Moab a Belén, al comienzo de la siega de la cebada.

La vida cristiana no está libre de obligaciones. Los muchos “unos a otros” de la Biblia son las instrucciones de Dios sobre cómo tratar a las personas en nuestros círculos, y cómo dar de nosotros para enriquecer esas relaciones. Sin embargo, muchas personas prefieren no invertir en verdaderos amigos, optando más bien por tener conocidos ocasionales que exigen poco. La devota fidelidad de Rut —la mujer gentil de Moab— contrasta agudamente con tal superficialidad.

Los amigos ocasionales pueden conversar sobre política, cine y deportes, pero evitan hablar de asuntos profundos. De esa manera no tendrán que compartir las cargas o la angustia de los demás. Pero tampoco conocerán el gozo de expresar lealtad a una persona necesitada. El corazón humano fue creado para anhelar comunión íntima —la clase de conexión que puede compartir sentimientos sin temor a juicio. Por la fidelidad basada en la confianza y el amor mutuos, los buenos amigos pueden señalar las deficiencias y desafiarse unos a otros a tener una fe más grande.

Rut es un ejemplo de esta clase de dedicación abnegada. Cuando su suegra Noemí pasó por un amargo período de desesperanza y duelo, la joven viuda decidió seguir a la mujer mayor. Aunque esto significaba sacrificar las comodidades en su tierra natal y cualquier perspectiva de matrimonio con un compatriota, Rut demostró fidelidad absoluta.

La fidelidad exige un alto precio que muy pocos están dispuestos a pagar. Algunos mantienen a sus conocidos a cierta distancia para evitar obligaciones. Pero los creyentes hemos sido salvos para permanecer unidos en amor (Juan 13.34; 1 Tesalonicenes 5.11), incluso cuando implique un costo.
 (De Encontacto.org)

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