1 Pedro 1.3-5 “Bendito
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia
nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de
los muertos, para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que
sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación
que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero."
Las
Sagradas Escrituras registran muchos casos de conflictos, tanto entre naciones, como entre amigos y familiares. Hoy vemos el mismo tipo de
problemas. Cuando riñen, las personas pueden decirse cosas crueles e injustas.
Las acusaciones crean angustia y dolor emocional. Sin embargo, lo que
creamos determinará la manera cómo reaccionaremos ante las dificultades.
La
Biblia proclama la soberanía de Dios sobre la naturaleza (Salmos 135.6), los
gobiernos (Job 12.23) y la humanidad (Hechos 17.25). Nada está oculto de Él
o fuera de su control.
¿Puede
ayudarnos esto en un conflicto?
Primero, nuestro Padre celestial sabe cuándo somos atacados
verbalmente, y Él ha prometido protegernos. Nada puede tocar a sus hijos
sin su permiso.
Segundo, Él tiene el poder de convertir los momentos de dolor en
bendición (Romanos 8.28). Podemos tener esperanza, porque su voluntad no
puede ser frustrada, aun en circunstancias negativas.
Por Último, somos sus hijos amados. El Señor es un Padre amoroso que entiende
lo que estamos pasando, y permanece a nuestro lado. Por ser sus hijos,
Dios no nos deja solos.
Si
creemos en la autoridad soberana de Dios, nuestra perspectiva en cuanto a los
momentos de dificultad cambiará. En vez de reaccionar con temor, ira o resentimiento, nos
volveremos a Él en oración y buscaremos su dirección.
(De Encontacto.org)
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