“El comportamiento (conducta) es un espejo en el que cada uno muestra su imagen” (Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán)
Nuestra conducta, como cristianos, está muy relacionada con nuestras creencias. Lo que creemos refleja la manera en que actuamos. Si la conducta es incoherente con lo que se cree, hay dudas de si lo creemos realmente. Lo que hagamos debe ir de la mano con las directrices bíblicas.
Si nos aplicamos el auto-examen de Efesios 5:15-18, tratemos de respondernos lo siguiente: Estamos siendo necios e insensatos? Estamos aprovechando bien el tiempo? De alguna manera, nos atraen las bebidas o nos envolvemos en ellas?
Si alguna de estas respuesta es sí, o nos trae dudas, la recomendación es: Ser sabios (los días son malos), buscar ser entendidos de cuál es la voluntad del Señor; y, ante cualquier cosa, procurar la llenura del Espíritu Santo de Dios.
En todo momento, el cristiano, debe estar dispuesto a hacer cambios en su conducta, porque lo que somos en Cristo, y lo que Él hizo por nosotros, deben ser la base fundamental de nuestras acciones.
Por qué mantener una conducta conforme a Dios? Ver en Mateo 5:13-16:
- Porque somos sal de la tierra. Y ¿cómo salaremos el entorno que nos rodea? Si ésta se desvanece (se evapora, pierde su esencia), seremos sal inservible.
- Porque también somos luz, y debemos iluminar a los demás; pero si siendo luz, nos ocultamos, pasamos como cristianos de la secreta... podrá ser alguien iluminado? Varios de los propósitos de una conducta conforme a Dios, es que nuestra luz brille a los demás, que vean nuestras buenas obras, y que en todo lo que hagamos, glorifiquemos al Padre Celestial.
En Proverbios 20:11, vemos que no importa nuestra edad, educación, talentos o habilidades, porque aun el muchacho (como ejemplo de poca madurez), si su conducta fuere limpia y recta, será conocido por sus hechos. El Señor no nos dejará en vergüenza, porque si aparecieren los que murmuran o calumniaren sobre nosotros, si estamos en buena conciencia, ellos serán avergonzados (1 Pedro 3.16)
Muchos cristianos muestran conductas algo desacertadas, porque sus miradas están en el comportamiento del mundo, y no en el de la Palabra de Dios y sus instrucciones. Muchos creen que son ellos las que deben pelear por sus derechos, porque no están convencidos de que hay uno poderoso que lo puede hacer por ellos. Otros, se empeñan en buscar su propio bienestar, en vez del bienestar de los demás.
Un cristiano con conducta egoísta, exigente, “rebusera”, lleva un mensaje errado del evangelio de Cristo. Que tu conducta sea relativamente contraria a los estándares y motivaciones que el mundo muestra. Se sabio.
Nada hagas por contienda o vanagloria; se –verdaderamente- humilde, estima a cada uno superior a ti mismo; no mires por lo tuyo propio, sino por lo de los otros. (Filip. 2:3-4)
De nada sirve “presumir”, tener a Cristo como tu Señor y Salvador, si en tu conducta no lo imitas, ni obedeces. Recuerda, tu responsabilidad como cristiano en tu conducta es: Ser luz y no tinieblas. Y siempre ser coherente con lo que crees, dices y haces.
Y que Dios te bendiga!
Wilda 5.8.15
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