MEDITACIÓN 11.8
Salmos 119.65-72
“Bien
has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra. Enséñame
buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído. Antes
que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. Bueno
eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos. Contra
mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus
mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como
sebo, mas yo en tu ley me he regocijado. Bueno me es
haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. Mejor
me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata.”
Las dificultades que enfrentamos se originan de una de 3 fuentes.
-Algunas son enviadas por Dios para probar nuestra fe,
-Otras son el
resultado de los ataques de Satanás,
-Y otras se deben a nuestras decisiones
pecaminosas.
Al considerar estas 3 causas, creo que la mayoría de
nosotros diría que la más difícil de soportar es la última, porque no tenemos a
nadie a quien culpar sino a nosotros mismos, y porque nos parece que nada bueno
aportarán. Después de todo, la Biblia dice que cosecharemos lo que hemos
sembrado (Gál 6.7),
por lo que no vemos nada por delante, excepto una cosecha dolorosa.
Lo que esta manera de pensar no toma en cuenta es la
capacidad redentora del Señor. Aunque Él nunca promete eliminar las
consecuencias del pecado, sí puede usar nuestros fracasos para enseñarnos a
temerle, aborrecer el mal y caminar en obediencia.
Las lecciones difíciles
que aprendemos pueden también convertirse en nuestra protección contra el pecado
en el futuro. Al haber experimentado el dolor producido por nuestras
decisiones, somos más propensos a no tomar el mismo camino otra vez.
Dios a menudo utiliza nuestros propios
errores como herramientas para captar nuestra atención.
Él no impedirá que sus hijos dejen de ser castigados por su pecado, porque sabe
que éste nos roba bendiciones, oportunidades y también la oportunidad de
mejorar nuestro carácter.
Cuando
aprendemos de la experiencia, las cicatrices del pecado pueden llevar a la
restauración, y a una nueva y más estrecha relación con nuestro Señor y
Salvador.
(De Encontacto.org)
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