jueves, 7 de mayo de 2015

“El Ejemplo de Ana”

Meditación 7.5



Lectura bíblica en 1 Samuel 1.1-20 En resumen: Hubo un varón que se llamaba Elcana, tenía 2 mujeres; Ana y Penina. Penina tenía hijos, Ana no. Cada año Elcana ofrecía sacrificio de adoración a Jehová -como era costumbre-.  Cuando iba a adorar al Señor daba a Penina, a Ana y a todos sus hijos su parte.  Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, a pesar de no tener hijos.   Penina irritaba a Ana, enojándola y entristeciéndola, porque no tenía hijos. Ana lloraba, y no comía.  Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que 10 hijos? Un día Ana, con amargura oró a Jehová, y lloró abundantemente. Hizo voto  diciendo: Jehová, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y dieres a tu sierva un hijo varón, lo dedicaré a ti todos los días de su vida.  Mientras ella oraba,  Elí -el sacerdote- la observaba.  De Ana solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; por lo cual Elí la tuvo por ebria.  Elí le dijo: ¿Hasta cuándo estarás ebria?  Y Ana le respondió: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.  No me tengas por mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. Elí respondió: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue Ana, y no estuvo más triste.  Al otro día Elcana se llegó a Ana, Jehová se acordó de ella, y concibió un hijo, y le puso por nombre Samuel, Por cuanto lo pedí a Jehová.

En el pasaje de hoy, el profeta Samuel se refiere a sus piadosos padres, y al difícil tiempo que pasaron antes de que él naciera. Al observar la vida de su madre Ana, podemos aprender algunos principios importantes por los cuales vivir. Aunque su situación involucraba la maternidad, las lecciones se aplican tanto a hombres como a mujeres.

Mantenerse fiel a la familia. Una de las mujeres en la vida de Ana la atormentaba sin misericordia. Aunque el peligro físico no era el problema, había una perturbación emocional constante porque ella no podía evitar a esta persona. ¡Qué tentador debió haber sido tratar de encontrar una salida! Sin embargo, Ana se quedó en la casa, oraba al Señor, y hacía lo que podía para lidiar con la situación. Demostró una fidelidad a su familia que se antepuso a su propia necesidad de alivio.

Comunicar amor y aceptación. Ana consideraba a su hijo Samuel un regalo del Señor. La imagino diciéndole día tras día: “Eres un regalo que Dios me dio. Te amo, y espero con ansias saber lo que Él ha planeado para ti”. Tenemos el poder de edificar a nuestros hijos y a nuestros cónyuges —o de destruirlos. Por medio de nuestras oraciones, abrazos, besos y palabras de aprecio, demostramos cuánto les valoramos. Demostrar un amor verdadero alienta a las personas más valiosas para nosotros.


Algunos vivimos con personas que nos hacen la vida difícil. A veces, somos afectados por las decisiones que toman. Pero Dios entiende nuestra situación, así como entendió la de Ana. Acérquese al Señor, y experimente su amor y su fidelidad, y luego, dele de ese mismo amor a los demás.
(De Encontacto.org) 

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