1 Pedro 1.3-9
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande
misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que
sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación
que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6 En
lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es
necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque
perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando
sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto,
en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y
glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación
de vuestras almas.”
Obviamente, no disfrutamos los momentos de prueba o
conflicto. A pesar de la seguridad que tenemos de que Dios siempre estará a
nuestro lado (Hebreos 13.5), sigue siendo natural temer y quejarnos
cuando llegan los problemas. Sin embargo, en las
dificultades olvidamos muchas veces las palabras de Cristo en Juan 16.33. Las
sabemos, y sin duda se refieren a la primera parte de su enseñanza: “En el
mundo tendréis aflicción”.
Todos hemos enfrentado suficientes problemas como
para saber que no es posible evitarlos por completo. Pero Jesucristo va más
allá al afirmar que nuestra fe en Él llevará, en realidad, a todavía más
ataques y críticas (Juan 15.18-20). En realidad, para
un creyente consagrado, es
imposible vivir sin problemas en un mundo que es hostil a Dios.
Pero lo que tendemos a olvidar de la declaración de Jesús es
la segunda parte del versículo. Después de darnos la “mala” noticia de que
tendríamos tribulaciones en nuestra vida, brinda palabras de esperanza: “Pero
confiad, yo he vencido al mundo”. Note que Él no dijo: “Yo
venceré”, sino “Yo he vencido”. En
Cristo, la victoria ya ha sido ganada. Él tiene la
victoria sobre todas las cosas. Hasta la amenaza más grande del mundo, la
muerte misma, ya ha sido vencida por Jesucristo.
Ciertamente, la vida no es fácil. Pero
tenemos un Dios de amor que no solo entiende nuestro sufrimiento, sino que
también decidió experimentarlo personalmente.
Porque lo hizo, ahora podemos estar seguros de nuestra participación en la
victoria final sobre cada prueba de la vida. (De Ministerios en Contacto)
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Cuánta verdad en esta frase, me alienta en gran manera: “Para
un creyente consagrado, es imposible vivir sin problemas en un mundo que es
hostil a Dios”
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