“Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios” Efesios 2:8
La fe y la
gracia son dos de los elementos esenciales en la vida del creyente. La gracia
es lo que DIOS ya le ha dado a la humanidad como favor inmerecido (Tito 2:11),
y la fe es el medio por el cual uno se apropia de ello. Debe existir un
equilibrio entre ambos elementos, de lo contrario el creyente puede perderse.
La gracia por
sí sola puede hacer que uno llegue a creer que todo depende de DIOS y su
voluntad soberana, además de minimizar el pecado que es responsabilidad del
creyente. La fe por sí solo pudiera ocasionar que el creyente viva como si el
mover de DIOS dependiera del desempeño personal, es decir ganar el favor de
DIOS por medio de buenas obras y legalismo religioso.
El cloruro y el
sodio pueden ser letales si se ingieren por separado, no obstante cuando se
juntan dichos elementos éstos se neutralizan. Sucede lo mismo cuando se
equilibra la gracia y la fe. Al hacerlo se está consciente de que la obra de
Jesucristo en la Cruz es suficiente para salvar, sanar, restaurar y dar
provisión (Isaías 53:4-5). Siempre y cuando aquello que se anhela esté dentro
de la voluntad de DIOS para nuestras vidas.
El creer que
para recibir bendiciones de parte de DIOS depende de uno mismo es muy
desgastante y ocasiona aflicción. Por el contrario una fe enfocada en DIOS y en
lo que está escrito en su Palabra da alivio.
A menudo el
creyente “trata de torcer el brazo de DIOS” como si no fuera su voluntad darle
bienestar, siendo que Él ya lo hizo todo entregando a Jesucristo por la
humanidad. En el precio que Jesucristo pagó está incluida la plenitud de toda
persona, todo lo que hay que hacer es creerlo por medio de la fe.
Equilibra tu fe con la gracia
de DIOS, haz con fe tu parte y alinéate con lo que DIOS ya te ha dado por
gracia.
Escrito para: www.devocionaldiario.com. por Richy Esparza
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