miércoles, 25 de febrero de 2015

“El Mensaje en la Tormenta”

Meditación 25.2

Lectura en Salmos 62.1-8 “En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. 2El solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho. 3¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre, Tratando todos vosotros de aplastarle Como pared desplomada y como cerca derribada? Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. Aman la mentira; Con su boca bendicen, pero maldicen en su  corazón. Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio.”

Una de las cosas más difíciles que debemos hacer como cristianos es “[esperar en Dios] en silencio” (Salmos 62.1), pues tendemos a pensar que esperar es no hacer nada.

Pero en este salmo, la palabra esperar tiene un significado diferente; tiene la connotación de “hacer una pausa para recibir más instrucciones”. En vez de optar por la pasividad, debemos elegir cesar en nuestras acciones y escuchar la instrucción de Dios. A veces, el Señor guarda silencio por un tiempo, pero siempre con un propósito. Conoce el momento perfecto para que actuemos, y hasta que llegue ese momento tenemos que esperar. Se necesita más fortaleza para estar quietos en medio de una tormenta, que para buscar una solución.

Puedo decirle que a mí, también, algunas veces me impacienta la espera. Cuando eso sucede, puedo ponerme nervioso y cuestionar a Dios o quejarme. 

Pero esas reacciones no se ajustan a lo que somos como cristianos. Pablo nos dice claramente: “Por nada estéis afanosos” (Filipenses 4.6); nos pide en vez de eso que oremos al Señor, quien ofrece paz. Debemos esperar en silencio sin quejarnos, lo que significa que debemos tener paciencia. Para ello, tenemos que confiar en la sabiduría, el amor, el poder y el tiempo de Dios. Es imposible tomar el camino equivocado cuando somos obedientes al Señor.


La clave para tener paz en la tormenta es esperar en Dios solamente.

Si nos negamos a hacerlo, nos volvemos más propensos a tomar malas decisiones. Él escucha cada oración, pero debemos estar dispuestos a esperar en silencio para escuchar su respuesta.

(De En Contacto.org)

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