Meditación 25.2 |
Lectura en Salmos 62.1-8
“En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación. 2El
solamente es mi roca y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho. 3¿Hasta
cuándo maquinaréis contra un hombre, Tratando todos vosotros de aplastarle Como
pared desplomada y como cerca derribada? 4 Solamente consultan
para arrojarle de su grandeza. Aman la mentira; Con su boca bendicen, pero
maldicen en su corazón. 5 Alma mía, en Dios solamente
reposa, Porque de él es mi esperanza. 6 El solamente es mi roca
y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. 7 En Dios está mi
salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. 8 Esperad
en él en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de él vuestro corazón;
Dios es nuestro refugio.”
Una de las cosas más difíciles que debemos hacer como
cristianos es “[esperar en Dios] en silencio” (Salmos 62.1), pues tendemos a
pensar que esperar es no hacer nada.
Pero en este salmo, la palabra esperar tiene un significado
diferente; tiene la connotación de “hacer una pausa para recibir más
instrucciones”. En vez de optar por la pasividad, debemos elegir cesar en
nuestras acciones y escuchar la instrucción de Dios. A veces, el Señor guarda
silencio por un tiempo, pero siempre con un propósito. Conoce el momento
perfecto para que actuemos, y hasta que llegue ese momento tenemos que esperar.
Se necesita más fortaleza para estar quietos en medio de una
tormenta, que para buscar una solución.
Puedo decirle que a mí, también, algunas veces me impacienta
la espera. Cuando eso sucede, puedo ponerme nervioso y cuestionar a Dios o
quejarme.
Pero esas reacciones no se ajustan a lo que somos como cristianos.
Pablo nos dice claramente: “Por nada estéis afanosos” (Filipenses 4.6); nos
pide en vez de eso que oremos al Señor, quien ofrece paz. Debemos esperar en
silencio sin quejarnos, lo que significa que debemos tener paciencia. Para
ello, tenemos que confiar en la sabiduría, el amor, el poder y el tiempo de Dios. Es
imposible tomar el camino equivocado cuando somos obedientes al Señor.
La clave para tener paz en la tormenta es esperar en Dios
solamente.
Si nos negamos a hacerlo, nos volvemos más propensos a tomar malas
decisiones. Él escucha cada oración, pero debemos estar dispuestos a esperar
en silencio para escuchar su respuesta.
(De En Contacto.org)
TPSH220524
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