lunes, 29 de septiembre de 2014

“Totalmente Rendidos”

Lucas 1.26-38 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: !!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”

¿Entendemos el alto costo de ponerle límites a nuestra entrega a Cristo? Incontables almas dejarán de escuchar las buenas nuevas; obreros cristianos, que tanto se necesitan, no pondrán en acción su fe; y oraciones que podían haber sido contestadas, nunca se dijeron.

Pero estamos totalmente rendidos a Dios . . .

1. Cuando decimos: “No importa lo que yo quiera, Señor, que se haga tu voluntad”. Comenzamos por reconocer su derecho a tener el control de nuestras vidas.

2. Cuando dejamos de negociar con Dios. Nuestras oraciones suelen sonar así: “Señor, estoy dispuesto a hacer lo que dices si solo me ayudas primero [o me sanas, o me prosperas en . . . ]” Como pecadores condenados por nuestra propia naturaleza, e incapaces de salvarnos a nosotros mismos, no tenemos ninguna base para negociar con Dios. Él nos redimió por la sangre derramada de su Hijo y nos hizo parte de su familia. Nuestra fidelidad a Él tiene que ser incondicional.

3. Cuando renunciamos para recibir de Dios. La entrega total significa que decimos adiós voluntariamente a nuestra independencia, a nuestra autodeterminación y a nuestras preferencias personales (Mateo 10.39). Al hacerlo, nos posicionamos para un derramamiento de las bendiciones de Dios al máximo; para ser usados plenamente en su servicio; y para tener una profunda comunión con Él. ¿Qué ha traído el Señor a su mente, que ha dejado de entregarle plenamente? ¿No quisiera ponerse de rodillas y rendirle eso hoy mismo?
(De Encontacto.org)

Lectura antes de iniciar las labores 1 Pedro 5:5-6 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”

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