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Corintios 6.12, 19, 20 “Tal vez sea cierto
lo que dicen: «Soy libre de hacer lo que quiera», pero no todo
conviene. Aun si puedo hacer lo que quiera, no debo permitir que nada me
domine. 19¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del
Espíritu Santo? Ustedes han recibido al Espíritu de Dios y habita en
ustedes. Entonces, ustedes no son dueños de su cuerpo, 20
porque Dios los ha comprado por un precio. Así que, con su cuerpo, honren
a Dios”. Amén.
En este
tiempo de Navidad y siempre, el Señor Jesucristo es el único que puede hacerte
libre (Jn.8.31-32) de las
cadenas de tu pecado. Y esa libertad que ofrece Cristo, no se compara con
nada.
En esa
libertad, nuestra sujeción es a Él. Y, al
morir, seremos resucitados para vivir eternamente en Su presencia. En
pocas palabras, nuestra libertad en Cristo nos guiará a entender que no nos
pertenecemos a nosotros, sino a Él.
Aquí en
la Tierra, somo administradores temporales de estos cuerpos, pero tenemos la responsabilidad de discernir lo beneficioso
o no, porque no es libertad con desenfreno.
Aunque la
gracia de Dios cubre multitud de pecados, no estamos autorizados a
involucrarnos en comportamientos distorsionados.
¿Qué te
parece comprometerte a una vida avalada por la misericordia del Salvador Jesucristo?
Te recuerdo que: eres una vasija
diseñada por Dios, con propósito divino. No lo hagas más complicado, porque
sin Cristo, no es posible.
Tu verdadera
libertad es vivir sin las cadenas de pecados,
que ya Cristo rompió. ¡Recíbelo hoy en tu corazón!
Feliz día.
¡Feliz Navidad!
Que Dios te bendiga
Evangelista Wilda Messina
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