Juan
14.15-16,18 “Si me aman,
guarden mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y les dará otro
Consolador, para que esté con ustedes para siempre. No los dejaré
huérfanos; vendré a ustedes”. Amén.
Te
recuerdo que Sansón fue dotado de lo necesario para cumplir el propósito de Dios -aunque no supo apreciarlo.
Y hoy te recalco que Dios nos ha provisto de una fuente inagotable de
fortaleza.
Después
de la Última Cena, el Señor Jesús dedicó tiempo para enseñarle a los
discípulos su misión y lo que sucedería después de su partida. Sabía que se
acercaban sus momentos más oscuros. Y les prometió un Ayudador y Compañero
para sus aflicciones venideras.
A menudo
enfrentamos la vida con indiferencia,
confiando en nuestras propias capacidades para salir adelante. Es que elegir
al Señor implica nueva mentalidad. Porque somos más débiles de lo que
imaginamos.
Solo mediante
el Espíritu Santo, somos más fuertes.
Siempre podemos
confiar en el Espíritu Santo para que nos ayude y guíe. A Pablo, quien tenía
“un aguijón en su carne”, Dios le dijo que su poder sería “perfeccionado
en la debilidad” (2Cor.12.9).
El
Espíritu Santo nos es que se suma a nuestra fuerza; ¡Él es la fuente inagotable
de ella!
Al
reconocer ser impotentes, el Espíritu Santo nos dará la fuerza necesaria para enfrentar cualquier desafío.
Feliz
sábado.
¡Y que Dios
te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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