Jueces 13.24-25 “Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. El niño creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él…”. Amén.
Hoy, en
el momento de la salvación -al confesar a Jesucristo como Salvador y Señor-,
la persona se convierte en nueva criatura, es apartada para los
propósitos de Dios; y Dios le provee todo lo necesario.
Cuando Israel
estaba bajo el dominio filisteo, “hacían lo que bien le parecía”
(Jueces 21.25). Dios apartó a Sansón con la misión de “salvar
a Israel de mano de los filisteos” (Jueces 13.5). Y
Sansón fue juez sobre Israel, con autoridad para cumplir la voluntad de
Dios.
Dice en 2
Pedro 1.3-4: Como todas las cosas que pertenecen a
la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante
el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
4por medio de las cuales nos ha dado preciosas y
grandísimas promesas…
Sansón fue
dotado de lo necesario para cumplir el propósito de Dios. Pero una debilidad moral lo llevó a su caída. Aunque vuelve
y acude a Dios con humildad, y es socorrido una vez más.
A Sansón,
su desvío lo llevó al fracaso. También
así nos puede pasar a nosotros. Oremos pidiendo al Señor que nos
ayude a mantenernos enfocados en su plan, y a cumplir cabalmente su
voluntad.
¡Ojo con
tus debilidades!
¡Y que Dios
te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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