1 Pedro 1.3-4 “¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia que no se puede destruir, contaminar o marchitar. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes”. Amén.
No hay quien no desee sentirse seguro y protegido. Pero, si basamos nuestra sensación de seguridad en cosas terrenales, quedaremos decepcionados.
¿Sabías que los hijos de Dios, que hemos aceptado a Jesucristo, como Señor y Salvador, tenemos una herencia que no puede ser robada? Esa fue dada al poner nuestra esperanza en Jesucristo.
Algún día, cuando veamos al Señor Jesús cara a cara, recibiremos y disfrutaremos por siempre la plenitud de nuestra herencia.
Por otro lado, cada día vivido da la oportunidad de acumular esa herencia, invirtiendo en las cosas que Dios valora. Por lo que Cristo dijo: Hagan tesoros en el cielo (Mt.6.20).
Vivir con rectitud y obedeciendo a Dios, aumenta el tesoro que nos espera. ¿Te habrás preocupado alguna vez por las inversiones en tus riquezas eternas?
Cuán fácil es permitir que las exigencias y responsabilidades diarias oscurezcan la importancia de crear prosperidad eterna.
Reenfoca tu mente y corazón, a fin de acumular riquezas de valor duradero. Recuerda que, como hijos de Dios, nos espera una herencia gloriosa, reservada en el cielo.
Feliz
día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:En.Contacto)
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