Efesios 1.3, 8-9 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Que hizo sobreabundar, para con nosotros, en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito…” Amén
¿Qué te haría falta para considerarte rico? ¿Una cuenta bancaria abultada? ¿Un vehículo lujoso? Puede que no seas tan intrépido como para admitirlo, pero ¿reflejará tu vida esa mentalidad?
Cuánta gente se lleva por el estándar de riquezas del mundo, inclusive creyentes, definen la riqueza por lo que poseen.
Para los acomodados, la tentación es ver el dinero como la característica determinante de su vida; para los pobres, el dinero se convierte en su objetivo de satisfacción. Y la codicia afecta a ricos y a pobres.
De lo que muchos no se dan cuenta es que, en Cristo, somos verdaderamente ricos. Independientemente de tener cuentas que pagar.
Si
has puesto tu fe en Cristo, puedes reconocer -con
valentía- que Dios ya ha determinado sobre ti sus más ricas bendiciones. Nos
ha bendecido con toda bendición espiritual.
Dios no es mezquino, sabe derramar sus bendiciones abundantemente. Mira más allá de tus finanzas, y haz una lista de oración, para dar gracias por todas las bendiciones recibidas. ¡Verás que hojas te faltarán!
Feliz
día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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