Jonás 4.1-2 “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal”. Amén.
Fue
en el vientre de un pez que Jonás se comprometió con el propósito de Dios.
Pero la historia bíblica, sobre las consecuencias de la desobediencia,
no termina con Jonás obedeciendo. El libro concluye con Jonás
reconociendo por qué no quería la tarea, y con Dios reprendiéndolo por sus
motivos egoístas.
Jonás
temía que los ninivitas, que eran una amenaza para los
judíos, se arrepintieran y Dios no los destruyera. Jonás admitió
que quería verlos aniquilados: “Por eso me apresuré a huir”.
Los
creyentes, en algún momento, nos resistimos a hacer la voluntad de Dios por
muchas razones. A veces, no nos gusta lo que resultaría de nuestra
obediencia.
Como
Jonás, también podemos perder de vista lo espiritual y enfocarnos en nuestros
propios deseos. Pero, si el Señor nos llama a actuar, Él se
encargará de los resultados. Nuestra tarea es obedecer.
¿Qué
te impide obedecer al Señor? ¿Estar
demasiado enojado con alguien, como para no ocuparte de mejorar esa relación? No
te dejes dominar por sentimientos, por más fuertes que estos sean. El
Padre celestial solo nos llama a obedecerlo.
Feliz día. ¡Que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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