Juan 15.4-5 “Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada pueden hacer”. Amén.
¿De qué manera piensas relacionarte hoy con Dios?
Imagínate que un amigo te invita a cenar.
Pero cuando llegas a su casa, ves que para ti no hay lugar en la mesa. Es
algo que puede crearte incomodidad y desconcierto.
En cierto modo, así es cuando decimos que
queremos estar más cerca de Dios, pero no hacemos lo necesario para darle
la bienvenida a nuestra vida diaria.
Actuar de acuerdo con las intenciones, no requiere hacer
estudios teológicos, ni viajar por el mundo al servicio de Dios. Tan solo unas sencillas
prácticas espirituales son suficientes para ayudarnos a experimentar una
vida más rica en Cristo.
Adorar, orar, meditar en las Sagradas Escrituras y
ayunar son prácticas que, si se ejecutan de manera breve y diaria, dan lugar a que
el Espíritu Santo obre en nosotros.
Nadie es responsable de la transformación, así como tampoco un agricultor es responsable del
sol y la lluvia (Juan 15.5). Nuestra tarea es estar listos para
recibir.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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