Santiago 3.10-12 “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce”. Amén.
Nuestras acciones y actitudes pueden contradecir
las palabras que salen de nuestra boca.
Enviamos mensajes, por lo que decimos y no decimos;
por lo que hacemos, y por lo que no hacemos. Por ejemplo, si los padres deciden dejar de
diezmar, están enviando el mensaje a sus hijos de que ellos no creen que
Dios provee y es fiel.
Lo que dice nuestra conducta, habla mucho más
fuerte que las palabras que usamos. Nuestras acciones enseñan lecciones poderosas.
Modelar el comportamiento y los valores correctos, es algo que todos observarán
y pudieran desear imitar.
¿Qué tipo de mensaje estaremos comunicando? Examinemos nuestra vida, de cara a la Biblia. Detectemos
cualquier discrepancia, entre lo que decimos y lo que hacemos. Luego,
elijamos compartir un mensaje coherente, y de esperanza al mundo.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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