Mateo 26.26-28 “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo, lo partió, dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. Amén.
Es esencial tener idea clara de nuestra fe, y así compartirla con los demás.
1 Pedro 3.14-15 nos recuerda que, si alguna cosa padecemos por causa de la justicia, bienaventurados somos. Que no debemos amedrentemos ni alterarnos; sino santificar a Dios de corazón. Que sepamos presentar defensa -con mansedumbre y reverencia- ante cualquiera que demande razón de la esperanza que tenemos.
Es preciso predicar la palabra de Dios, a tiempo y fuera de tiempo, con paciencia y doctrina. Vendrá tiempo cuando ya la sana doctrina no se escuchará, y la gente, queriendo oír lo que sea, serán complacidos con supuestos maestros, conforme a sus propios deseos pecaminosos, con cuentos muy lejos de la verdad. Aprendamos a ser sobrios en todo, a soportar aflicciones, y cumplir nuestro ministerio (2Tim.4.2-5).
Qué decirle a quienes sienten curiosidad por nuestra fe:
1. Que hemos sido redimidos. La sangre derramada por Jesús libera a todo el que cree en Él.
Jesús pagó el rescate por la vana manera de vivir que teníamos. Nuestro Cordero sin mancha y sin contaminación, nos ha libertado de la esclavitud y del pecado (1 Pedro 1.18-19).
Continuaremos…
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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