Isaías 64.8-9 “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; obra de tus manos somos todos nosotros. No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros. Amén.
En el taller, el
alfarero tiene poder sobre la arcilla. De igual manera Dios, como nuestro Creador, puede hacer con
nosotros lo que desee. Eso podría sonar espantoso, pero recuerde que la
soberanía de Dios no puede separarse de sus otros atributos.
Y aunque el Señor es
soberano, también es amoroso, bondadoso y minucioso en cómo nos
moldea. Como el alfarero trabaja la arcilla con paciencia, Dios forma
nuestro ser lentamente. Él sabe que la madurez espiritual no se consigue
con prisas.
Como la arcilla puede
salirse del centro de la rueda, también nosotros podemos descarrilarnos,
sea debido a una antigua herida, una nueva dificultad, un hábito
recurrente u otra cosa.
Pero no tenemos que
inquietarnos. En su gracia, Dios siempre maniobra para que el
creyente que se desvía, vuelva. Nunca descarta sus vasijas, sino que pacientemente
trabaja para moldearlas.
Nuestro Padre es un
Alfarero personal. Sus creaciones son Su reflejo, y su
Espíritu se derrama en cada creyente, para que Él pueda ser una parte
íntima de nosotros.
El resultado es una
obra de verdadera belleza y muy amada por el Creador.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:En.Contacto)
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