¿Hay algo en tu vida que
necesite ser sanado? ¿Crees que Dios
podría responder a esa necesidad tuya?
Si leemos a Mateo 8, sobre
la reacción de Cristo ante las personas enfermas, paralíticas y poseídas por
demonios, vemos que Jesús sana un leproso (1-4). Sana al siervo
de un centurión (5-13). Sana a la suegra de Pedro (14-17). Liberta a los endemoniados
gadarenos (28-34).
¿Te habrás preguntado por
qué no responde Jesús también tus oraciones de sanidad?
No es que Jesús haya
cambiado su enfoque para sanar, incluso antes, el
Señor no sanaba a todos. Tampoco significa que la restauración divina esté
reservada solo para algunos. ¡No!
Es que el Señor sana en
su momento, a su manera y a quien Él quiera. ¡Él es soberano!
Es bueno que sepamos que
no toda rehabilitación debe ser física; pudiera tratarse de sanidad espiritual,
emocional, o de algún otro aspecto.
Si, las promesas de
sanidad del Padre son para todos. La clave es presentarle
a Él nuestras preocupaciones, y confiar en su inmensa misericordia.
Gracias a la muerte y
resurrección de su Hijo, podemos afirmar que “Él
mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, por cuya herida seamos sanados
(1 Pedro 2.24).
Feliz día. ¡Dios te
bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: En.Contacto)
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