domingo, 23 de marzo de 2025

24.3.25... LA PROMESA DE SANAR

MATEO 8.1-4 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y vino un leproso que se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús, extendiendo su mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. y al instante su lepra desapareció”. Amén. 

¿Hay algo en tu vida que necesite ser sanado? ¿Crees que Dios podría responder a esa necesidad tuya?

 

Si leemos a Mateo 8, sobre la reacción de Cristo ante las personas enfermas, paralíticas y poseídas por demonios, vemos que Jesús sana un leproso (1-4). Sana al siervo de un centurión (5-13). Sana a la suegra de Pedro (14-17). Liberta a los endemoniados gadarenos (28-34).

 

¿Te habrás preguntado por qué no responde Jesús también tus oraciones de sanidad?

 

No es que Jesús haya cambiado su enfoque para sanar, incluso antes, el Señor no sanaba a todos. Tampoco significa que la restauración divina esté reservada solo para algunos. ¡No!

 

Es que el Señor sana en su momento, a su manera y a quien Él quiera. ¡Él es soberano!

 

Es bueno que sepamos que no toda rehabilitación debe ser física; pudiera tratarse de sanidad espiritual, emocional, o de algún otro aspecto.

 

Si, las promesas de sanidad del Padre son para todos. La clave es presentarle a Él nuestras preocupaciones, y confiar en su inmensa misericordia.

 

Gracias a la muerte y resurrección de su Hijo, podemos afirmar que “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, por cuya herida seamos sanados (1 Pedro 2.24).

 

Feliz día. ¡Dios te bendiga!

Evangelista Wilda Messina

(Referencia: En.Contacto)

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