Permanecer con nuestro
Señor nos da bendiciones que el dinero no puede comprar.
No pongamos tropiezos a
nadie, en especial a nuestros hermanos.
El Reino de Dios no
se trata de lo que comamos o bebamos, ni de ciertas reglas que creamos debemos
seguir. Más bien, se trata de la obra transformadora del Espíritu Santo en
nosotros.
Al alinearnos en Dios,
buscando sus caminos y voluntad, el gozo florece. El Espíritu Santo, nuestro Consolador y Guía, nos recuerda el amor de
Dios, nos asegura nuestra salvación y nos capacita para vivir en armonía
con todos.
Y eso no es una
felicidad superficial o temporal; es el fruto del Espíritu que habita en
el hijo de Dios, y trasciende circunstancias.
La profunda sensación
de estabilidad y fortaleza que nos da el Señor no se puede comprar ni fabricar:
fluye de una conexión con la Fuente de todo gozo, nuestro Padre Celestial.
Es degustación de la
gloria eterna que nos espera en presencia de Dios.
Muy feliz día. ¡Dios
te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: En.Contacto)
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