JUEVES 27.02.25
TU PALABRA SABIA DE
HOY
PROVERBIOS 22.24-25 “No te entremetas con
el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que
aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma”.
La ira puede causar estragos en cuerpo y alma. Un espíritu iracundo
es contagioso. Puede pasar de una persona a otra y de una generación a la
siguiente.
Dios nos creó para vivir en comunión con los
demás,
pero la amargura empaña las relaciones, y los más cercanos suelen ser
los que más sufren.
Por ejemplo, los niños aprenden a
reaccionar a las situaciones de la vida, observando el ejemplo de sus padres.
Entonces, desarrollan actitudes y patrones de comportamiento semejantes.
Pero Dios puede cambiar los corazones. Así como se aprende
la conducta de una persona iracunda al relacionarse con ella, también se
puede aprender de otros cómo caminar cerca del Señor.
¿Qué prefieres tú: la amargura de la vida o
la paz de Cristo?
¿Te digo un secreto? Ambas requieren sacrificio.
Para mantener la ira, quizás tenga que
renunciar a relaciones sanas y a un legado piadoso para tus seres queridos.
Pero, para tener paz, pídele a Dios que te ayude a dejar en el altar tus
rencores, derechos personales e insultos. Y Dios llenará tu corazón de
gozo y paz.
Cristo nos llama a venir, aprender de Él y
encontrar descanso
para nuestras almas.
Salmos 37.8-9 dice: Deja la
ira, desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque
los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos
heredarán la tierra.
¡Que podamos confiar a
Dios toda nuestra ira,
Él nos ayude y nos bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: En.Contacto)
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