27.12.2024
SALMOS 150.1-6 ”Alaben a Dios en su santuario; en la magnificencia de su firmamento. Alábenle por sus proezas; conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alábenle a son de bocina; con salterio y arpa; con pandero y danza; con cuerdas y flautas; con címbalos resonantes de júbilo. Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya” Amén.
El deseo de alabar está arraigado en el
espíritu humano:
es un impulso que no se puede ignorar. Y, como cristianos, vamos a
dirigir esa tendencia a Aquel que nos creó.
El apóstol Pedro dijo que el pueblo de
Dios es descendencia escogida, real sacerdocio, nación santa, para proclamar
las obras maravillosas de aquel que les llamó de las tinieblas a la luz
admirable (1Pedro2.9).
Es una hermosa verdad el hecho de que seamos
pueblo de Dios: creado, elegido y llamado por Él para tener vida de
alabanza.
Qué hermoso es bendecir al Señor en todo
tiempo,
y alabarle con nuestros labios, pero más hermoso es hacerlo en compañía.
Qué les parece si exhortamos a otros creyentes a engrandecer al Señor, y
a exaltar Su nombre.
Alabemos al Señor en la iglesia, en nuestros
hogares,
al comenzar la jornada laboral, y cada noche al acostarnos.
Recordemos también alabarlo, no solo por
lo que ha hecho, sino también por la excelencia de quien es. ¡Dios es
verdaderamente digno de nuestra adoración!
Feliz día. Dios te
bendiga y te guarde.
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: EnContacto)
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