Lunes 08.07.2024
Juan 13.3-5 “Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en Sus manos, que de Dios había salido y a Dios volvía, se levantó de la cena y se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida”. Amén.
¿Habrá alguna tarea doméstica que tú no soportas hacer, que esperas que sea otro que la haga, pero sabes que tienes que hacerla tú?
Nuestro Señor Jesucristo, en su última noche con sus amigos, sabía que alguien tenía que limpiar todos los pies sucios. Esta tarea se consideraba repugnante y servil, que se cree que incluso a veces los esclavos se negaban a hacerla.
Pero esa noche, el Señor Jesús mismo, comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Pedro se horrorizó y exclamó: “¡No me lavarás los pies jamás!”, pero el Señor le insistió.
En las últimas horas juntos, era esencial que comprendieran exactamente quién era Jesús. Todas sus señales y maravillas eran evidencias de que era Dios. Pero este Dios vino a servir, no a exigir. A morir, no a matar.
¿Qué significa seguir a Dios de esa manera? Esa noche, el Señor Jesús demostró claramente quién era. Después de todo, ningún discípulo puede ser mejor que su maestro. Debemos ser personas que se sirven unas a otras.
Feliz lunes. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
https://www.biblegateway.com/passage/?search=Juan+13.1-17&version=NBLA
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