02.07.2024
1er libro de Samuel 1.10, 11, 17 “Ella (Ana) con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho”. Amén.
Ante el sufrimiento, pudiéramos aislarnos incluso del Señor. Ana, en su dolor y desilusión por no tener hijo, siguió acudiendo a Dios.
Ana creyó que Dios respondería su petición. Lo invitó a que se encontraran en medio de su dolor, y Él respondió. Más tarde, cuando dio a luz a su hijo, lo nombró Samuel, que significa “Dios oye”.
La respuesta de Dios a su oración le brindó a Ana la fe para devolver a Dios lo que más deseaba: su único hijo. Este ejemplo nos enseña que acudir a Dios con fe requiere manos abiertas, para recibir y entregar.
Recibiendo o no lo deseado, la presencia de Dios es un maravilloso regalo que tenemos. Dios ve y se preocupa por cada lágrima nuestra.
Toda lágrima sembrada con amargura puede convertirse en semilla de redención. Es que Dios ve y se preocupa por tu dolor.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario