05.07.2024
Marcos 10.46, 47, 52 “Entonces llegaron a Jericó. Y cuando Él (Jesús) salía de Jericó con Sus discípulos y gran multitud, un mendigo ciego llamado Bartimeo, estaba sentado junto al camino. Cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! Vete, tu fe te ha sanado, le dijo Jesús. Al instante el ciego recobró la vista, y lo seguía por el camino”. Amén.
El tiempo es un regalo valioso que podemos dar, y Cristo lo mostró. Una manera importante en que Él demostró su amor por la humanidad fue estando disponible.
Jesús, con poco tiempo de ministerio terrenal, dondequiera que iba, era sensible a necesidades y extendía su amor para ayudar.
Poco antes de ir a la cruz, el Señor Jesús se detuvo para ayudar al pobre ciego Bartimeo, “un don nadie” a los ojos de la sociedad.
Al Señor le importó el sufrimiento de esa persona, y se detuvo a hacer lo que pudiera para aliviarle.
Si el Señor se detuvo, en el camino a la cruz, para ayudar a alguien, ¿no se detendrá y escuchará también cuando le clames a Él en tu angustia?
¿Cómo, al igual que el Señor Jesús, extenderías tu amor a otros? Recuerda: Él nunca está ocupado para nosotros.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
https://www.biblegateway.com/passage/?search=Marcos+10.46-52&version=NBLA
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