15.04.24
Salmos 55.16-18 ”En cuanto a mí, a Dios clamaré; y me salvará. Tarde, mañana y a mediodía oraré y clamaré, y Él oirá mi voz. Redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos”. Amén.
Sigamos hablando con el Señor: ORANDO. Siempre seremos bienvenidos.
En cuanto a la oración, hay dos dificultades para
tener en cuenta:
1. Cuando no se está claro de qué orar algunas personas deciden no hacerlo. Y 2. Muchos se conforman con una forma monótona de orar, que los deja vacíos y sin conexión con Dios.
Debemos orar, aunque nos sea difícil. Y no con sentido de obligación, sino reconociendo que Dios quiso que la oración fuera una bendición para sus hijos.
Al orar, tenemos mucho que ganar: paz, consuelo, sabiduría y la presencia misma de Dios. Esa comunicación con Dios no tiene una vara de medir, ni una tarjeta de puntuación.
Dios prefiere intentos torpes pero sinceros, que letanías bien redactadas, pero hipócritas.
Oración como la que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos, en Mateo 6.9-13, puede ayudarnos a encontrar el camino cuando nos sintamos perdidos. NO dejes de orar de corazón al Padre.
Es posible que, con el tiempo, descubras que tus propias palabras fluyen. NO te rindas. Sigue esforzándote en hablar con el Señor. ¡Orar te cambia y te bendice!
Feliz lunes. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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