30.04.2024
Mateo 8:1-3 “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: quiero; sé limpio y, al instante, su lepra desapareció”. Amén.
Varias veces en la Biblia, podemos ver a Cristo sanando enfermos. Él tenía poder para decir una palabra u ordenar a las enfermedades que se fueran. Él elegía el método más práctico.
El caso del leproso fue algo grande, ya que era considerado intocable. Esa pudiera ser la razón por la cual Jesús eligió esa forma de sanarlo.
La necesidad del toque humano no ha desaparecido. Aunque, y tristemente, en un mundo dominado por las redes sociales y la tecnología, el contacto físico está siendo reemplazado por el “me gusta”.
Como cristianos, tenemos oportunidad de “tocar” a las personas con palabras, servicio y ejemplo, así como proclamar la salvación por medio de Jesucristo.
También tenemos el privilegio de tocar vidas a través de la oración. Dios tocaba a las personas, tanto física como espiritualmente; y nosotros, ¡debemos hacer lo mismo!
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia TPSH281119)
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