24/01/2024
Isaías 6.4-5 “Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Amén.
Al profeta Isaías (unos 750 años antes de Cristo), le fue dada una visión de la gloria de Cristo. Y aquí vemos registrada la respuesta del profeta: Reconoció su condición pecaminosa y exclamó: “¡Ay de mí, que soy muerto!”
Pedro tuvo una reacción similar ante Cristo. Cuando el Señor Jesús llenó las redes de pescar hasta rebosar, Pedro se postró ante Él, diciendo: “¡Apártate de mí, Señor, ¡porque soy hombre pecador!” (Lucas 5.8).
Y los líderes religiosos de la época respondieron de manera diferente al oír la predicación del Señor y ver sus señales milagrosas; estos, se enojaron y atribuyeron su poder a Satanás (Lucas 11.15).
Como creyentes, somos embajadores de Cristo en este mundo y, por tanto, recibimos diferentes reacciones de la gente. Algunas, de bienvenida al mensaje de salvación; otras, reaccionan con renuencia u hostilidad.
Nuestro Señor Jesucristo sigue siendo ignorado, menospreciado y negado por muchos, pero un día todos le veremos (Juan 12.41).
Aunque Cristo advirtió que el mundo nos aborrecería, porque lo hicieron con Él, no dejemos que las reacciones negativas nos impidan compartir el Evangelio ni el vivir con rectitud y santidad.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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