2 Pedro 1.3-4 “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina…”. Amén.
Las promesas de Dios son lindas y grandiosas. Se deben convertir en tuyas en el momento de tu salvación, para que tengas donde aferrarte en tus momentos difíciles.
Ellas, no solo nos recuerdan el cuidado y amor de Dios por nosotros, también nos dan esperanza y aliento en esos momentos difíciles.
El Señor quiere que nos aferremos a todas las promesas que vienen con la salvación, y que confiemos en todos los recursos que Él proporciona para nuestro crecimiento continuo en la fe, la obediencia, el carácter piadoso y el amor.
El Espíritu Santo, quien es nuestro instructor, obra en nosotros para aumentar nuestra confianza en Dios. Proporciona el fervor necesario para que le obedezcamos, y desarrolla el fruto de la paciencia mientras esperamos el cumplimiento de lo prometido por Dios.
Cuando leas la Biblia, busca las grandiosas promesas de Dios que puedes reclamar como tuyas. Luego, considérelas como verdaderas; y descansa en ellas.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:En.Contacto)
Tu Palabra Sabia de Hoy 22.11.23
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