Salmos 40.1-5 "Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso
luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y
temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en
Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la
mentira”. Amén.
Es posible que la inseguridad no parezca tan destructiva como el orgullo, la envidia o los celos, pero también puede serlo.
Cualquiera que sea la causa de la inseguridad, los efectos son siempre los mismos. El temor de tomar decisiones equivocadas lleva a evitar tomar decisiones del todo.
A veces mantenemos distancia de los demás por temor al rechazo; aunque la gente, con frecuencia, percibe esto como orgullo. Y, tarde o temprano, uno se convierte en crítico de los demás.
Se puede llegar a caer en la trampa de creer que el éxito depende de la aceptación de los demás. La verdad es que Dios tiene una senda especial para cada vida, en la que el éxito no puede medirse por alabanzas humanas.
La inseguridad es un mal que debe ser confrontado, y finalmente tomar la decisión de confiar en lo que Dios dice acerca de nosotros, y no en lo que el enemigo esté susurrando.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: TPSH 26.01.16)
Reflexión 02.11.2023
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