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Mateo 5.14-16 “Ustedes son la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre tu luz delante de los hombres, para que vean tus buenas obras, y glorifiquen al Padre que está en los cielos”. Amén.
La iglesia debe ser un lugar donde todos puedan encontrar fortaleza y compañeros para caminar en el camino de la fe.
Los que no pertenecen a iglesia alguna, también necesitan saber del Señor Jesús, y experimentar su amor, paz, descanso, gozo, perdón esperanza, y amor extraordinarios.
Y, si somos linaje escogido de Dios, y su pueblo adquirido, estamos llamados a anunciar las virtudes de nuestro Señor (1 Pedro 2.9), ¿Cómo es posible no dar entrada a aquellos que tanto lo necesitan?
Aunque sintamos la tentación a cerrar nuestras puertas contra el mundo sin Jesucristo, recordemos que los cristianos, antes no éramos pueblo de Dios, pero ahora -por su misericordia- somos (1 Pedro 2.10).
Nuestro Padre celestial no nos cerró sus puertas en el momento en que estuvimos decididos a entrar, tampoco nos dijo que no se aceptaban nuevos miembros.
Aprendamos a dar grata bienvenida a la casa de Dios, al que desee entrar. Hagámosles sentir bien acogidos; que sientan seguridad y respeto; y, por demás, puedan sentir el amor abundante del Salvador y Señor Jesucristo. Es misión de todo cristiano… ¡A ponerla en práctica ya!
Feliz día. Y ¡que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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