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”Por lo cual, levanten las manos caídas y rodillas paralizadas; y hagan sendas derechas para sus pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Sigan la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, les estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. Amén.
La falta de perdón es la decisión de no dejar de lado el rencor o el deseo de venganza.
Cuán lamentable es que sea una actitud tan común. Son personas que van mostrando su dolor y su deseo de vengarse. ¡Qué desperdicio!
La amargura puede comenzar con un simple agravio. Una semilla de resentimiento que se abona y sigue creciendo. Su impacto se hace, en gran parte de las veces, inmenso. Apagando el amor y la paz, que son fundamentos de frutos apacibles y pacíficos.
Cuando la falta de perdón es parte de ti, cosechas ira, malicia, hostilidad y amargura. Cuánto antes te ocupes de eso, menos frutos amargos arruinarán tu vida.
¿Cómo puedes acercarte a la voluntad de Dios si albergas espíritu no perdonador?
¿Cómo dices amar a Cristo si dejas voluntariamente que la amargura corroa tu corazón?
Pídele al Padre Todopoderoso que te arranque de raíz toda falta de perdón que tengas. ¡Entonces, sabrás lo que es ser realmente feliz y libre!
Muy feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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