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Efesios 4:31-32
“Quítese toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
Es bueno recordar que:
1. Lo que nos sucede no es tan importante como la forma en que
reaccionamos.
2. Si permitimos que el asunto se transforme en resentimiento, puede hacernos mucho daño.
¿Qué es resentimiento? Un sentimiento profundo de disgusto o enojo que se tiene hacia alguien por una ofensa. Es un doloroso recuerdo de una herida.
Es un tremendo enemigo de las buenas relaciones. Destruye amistades y familias, pero el efecto más dañino es la destrucción de quien se aferra a él.
Es un microbio mortal, que toma dominio de todo. Y nadie que razone coherentemente alimentaría un microbio mortal en su cuerpo. Sin embargo, hay quienes se aferran al pecado del resentimiento, que es mucho más destructivo que cualquier microbio.
¿Por qué se guarda resentimientos? Veamos algunos motivos…
1• Por entender que está justificado y correcto. Se repiten: “es normal que esté resentido con fulano”. Se forma una imagen falsa de la otra persona, dejando de lado el esquema total de quien ella es y sus cosas buenas, para enfocarse en la ofensa.
Dice en Mateo 7.1-3: No juzgues, para que no seas juzgado; con el juicio con que juzgas, serás juzgado, y con la medida con que midas, serás medido. ¿Por qué miras la paja del ojo de tu hermano, y no miras la viga en tu propio ojo? ¡Medítalo!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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