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Lucas 4.18
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Amén.
En una de sus visitas a la sinagoga, Jesús leyó la profecía de Isaías que aquí vimos. Recordando que tenía toda autoridad de lo Alto.
El Salvador sabía que en el mundo tendríamos aflicciones, pero que, si confiamos en Él, venceremos (Juan 16:33). ** Su sacrificio es lo suficientemente poderoso para todo. Él conoció toda angustia.
Como el buen samaritano de la parábola, cuando Jesús nos encuentra heridos, venda las heridas y nos cuida (Lucas 10:34). ** Tiene poder sanador para todos los que le dan permiso de accionar.
Y si no acciona de acuerdo con nuestra forma esperada, lo hará bajo su voluntad; la cual siempre es agradable y perfecta. Es solo cuestión de entregarle el timón a Él.
Recordemos que cuando el apóstol Pablo deseó ser sanado de aquel “aguijón en su carne” (2 Corintios 12:7), el Señor no lo hizo. Solo le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (12.9).
Y Pablo, obedientemente, respondió: de buena gana me gloriaré en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo… siendo débil, entonces soy fuerte” (9, 10). **Tengamos presente que nuestro Salvador tiene todo poder, pero no siempre su voluntad es la nuestra… ¡La de Él es mejor!
Continuaremos…
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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