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Eclesiastés 2.3, 11
”Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol”. Amén.
Salomón, según la Biblia, fue el hombre más sabio (1 Reyes 3.12) y tuvo una riqueza increíble. Además, fue bendecido con el privilegio de construir el templo de Dios. Así que podríamos suponer que hubiera estado satisfecho.
En la búsqueda de esa satisfacción profunda, Salomón exploró todo tipo de cosas. Se entregó a los placeres del mundo, incluso a actividades que sabía eran una locura.
La satisfacción que Salomón buscaba lo excusaba, así que intentó otra vía. Emprendió grandes proyectos, como la construcción de casas, jardines y parques, y un extenso proyecto de irrigación (Ecles.2.4-6). Pero al final, llegó a la conclusión de que todo carecía de significado.
Salomón tenía la sabiduría y los recursos necesarios para lograrlo todo. Sin embargo, los objetivos que perseguía no le daban satisfacción duradera. Llegó a la conclusión de que lo mejor era obedecer a Dios (Ecles.12.13).
El verdadero disfrute llega cuando nos alineamos con la voluntad de Dios. Cualquier otro camino carece de todo sentido.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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