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Colosenses 4.5-6
“Anden sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea su palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben responder a cada uno”. Amén.
Pablo entendía el poder de hablar con misericordia. Eso, no solo agrada a Dios, sino que también beneficia a quienes escuchan.
En contraste, Santiago describe el daño que puede causar una lengua fuera de control. La comparó con las chispas que incendian un bosque o con que la maldad impetuosa puede envenenar (Santiago 3.5, 8).
Siendo tú cristiano ¿qué retrato de Cristo muestran tus palabras a los demás? ¿Tu conversación es sazonada con gracia, o hablas sin pensar y con dureza? ¿Eres rápido para criticar y juzgar a los demás, o hablas con compasión a quienes están atrapados en el pecado?
Como representantes de Jesucristo que somos, aprendamos a hablar con Su gracia. Cultivemos la humildad, demostremos cortesía y amabilidad hacia quienes no tienen a Cristo; al mismo tiempo ofrezcámosle el Evangelio, que puede liberarles del pecado y, sobre todo, del infierno.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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