#3,403 04.11.22
Santiago 1.19-21
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”. Amén.
La ira es una emoción fuerte que causa gran daño. Bloquea la comunicación y destruye las relaciones. Si no se controla, se convierte en furia explosiva que daña demasiado.
Aunque tratemos de justificar la ira, rara vez puede calificarse de justa. Nuestros motivos suelen nacer de estar a la defensiva, de deseos frustrados o de indignación por agravios recibidos. La ira no produce la vida justa que Dios desea que tengamos.
El iracundo hace locuras (Proverbios 14.17), levanta contiendas y muchas veces peca (Prov.29.22). Existe la advertencia de no asociarnos con iracundos para no volvernos como ellos (Prov.22.24-25). Pero quienes no pierden los estribos tienen gran entendimiento (Prov.14.29), y sabiduría (Prov.29.11).
El que Cristo pagara nuestra deuda de pecados incluyó también la ira incontrolada. Si tu ira es injusta, confiésala como pecado y pide a Dios que te ayude a controlarla.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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