20/07/2022
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo se lo hubiera dicho; voy a preparar lugar para ustedes. Y si me fuere y preparare lugar, vendré otra vez, y los tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, ustedes también estén. Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; NADIE viene al Padre, SINO POR MI”. Amén.
Cuando Cristo dijo a sus discípulos que se iba, prometió regresar y llevarlos a la casa de su Padre. Esto confirma que el cielo es un lugar real.
Tendemos a pensar que lo celestial es menos tangible que las cosas en la Tierra, pero las Sagradas Escrituras afirman lo contrario. Hebreos 11.10 nos dice que, por la fe, Abraham “esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.
Apocalipsis 21 describe esa ciudad, llamada la Nueva Jerusalén, ¡y con gran detalle! Allí solo entraremos quienes declaremos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, y perseveremos hasta el fin.
Todo cristiano sabe que su ciudadanía está en el cielo (Filipenses 3.20), y que, al morir, su espíritu irá hacia allá, a la presencia del Señor. NADIE llegará a ese lugar por NINGUN otro medio que no sea mediante aceptar el sacrificio de Jesús.
Ese nuevo cuerpo estará libre de consecuencias de pecado, lo cual hace que la vida terrenal sea tan agotadora. Habrá descanso de todo mal que nos aqueja aquí.
El gozo que experimentaremos, al ver a nuestro Salvador cara a cara, estará más allá de nuestra limitada imaginación. ¡Cuán glorioso será ese día!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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