16.06.2022
Efesios 4.31-32
“Quítense de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, y toda malicia. Antes sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios también los perdonó en Cristo”. Amén.
De las actitudes más destructivas que puede mostrar un creyente es odiar. Es que no puede brillar la luz de Cristo a través de una vida envuelta en ira, amargura y rencor. Ninguno de esos comportamientos refleja imagen positiva del Señor Jesucristo, y mucho menos a los que no son cristianos.
Debemos estar claro que el problema afecta, más que a nuestro testimonio, al mundo incrédulo. Incluso en las iglesias, podemos encontrar personas que, con su comportamiento, muestran estar llenas de rencores.
Una de las razones por la que algunos creyentes batallan con el odio es la incapacidad de perdonar heridas. ¿Es ese tu caso?
Te recomiendo, con relación a alguien que te haya hecho daño, hacerte las siguientes preguntas:
1. ¿Aquella
escena negativa se reproduce en tu mente, causándote malestar?
2. ¿Quisieras
que ocurran cosas malas para esa persona que te lastimó?
3. ¿Deseas que esa persona sufra el dolor que tú sufriste, o aún más?
Si alguna de estas preguntas ha revelado algún rencor oculto en tu corazón, medita en Efesios 4.31 y 32. Léelo varias veces en voz alta. Luego, personalízalo en una oración, y déjate guiar por el Espíritu Santo, quien te moverá a perdonar.
¡Feliz día,
que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referenc. En.Contacto.230522)
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