29.03.2022
1 Juan 1.9-10, 2.1 “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarlos, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Hijitos, estas cosas les escribo para que no pequen; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Amén.
El sacrificio de Cristo en la cruz pagó por todo pecado, pero seguimos siendo susceptibles a tentaciones y desobediencias. Es bueno que sepamos qué hacer cuando cedemos a nuestros deseos pecaminosos.
Dios conoce nuestra lucha, y nos ha dado, por su gracia, la manera de ser limpios. Para ello, debemos...
1. Ver el pecado como lo ve Dios. El Padre celestial es puro y, para Él, cada pecado es una ofensa que viola Su Ley, entristece al Espíritu Santo y menosprecia el sacrificio de Cristo.
2. Asumir la responsabilidad por los pecados. Tratar de suavizarlos, llamándolos errores, debilidades o defectos es inadmisible. Reconozcamos nuestras culpas y desobediencias, en vez de excusarnos o culpar a otros.
3. Confesar los pecados cometidos… Pero a Dios. Es un privilegio bendito, por medio del cual Él nos limpia de culpas. Nos capacita para alejarnos de pecados, y que podamos andar en santidad.
El propósito principal del apóstol Juan era guiarnos a no pecar, y a vivir en obediencia a Dios.
A mayor edad en el Evangelio, menos pecado debe caracterizar nuestra vida.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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