11.02.2022
“Pero el
que se une al Señor, un espíritu es con él. Corran de la fornicación. Cualquier
otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica,
contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoran
que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en ustedes, el
cual tienen de Dios, y que no son suyos?”. Amén.
Actualmente se enfatizan mucho los derechos de las personas, y sería sorprendente darse cuenta de que, como creyentes en Cristo, le pertenecemos -en cuerpo, alma y espíritu- a Él, y no a nosotros mismos. Por lo tanto, no tenemos libertad de hacer lo que nos plazca, y estamos llamados a vivir en obediencia a Aquel que nos redimió con su sangre.
La Biblia recuerda, en muchas partes, que Cristo es el dueño de su pueblo. De hecho, Pablo se llamó a sí mismo “siervo de Cristo”, lo que literalmente significa esclavo del Señor.
Nuestros cuerpos son regalos de Dios que nos permiten interactuar con los otros, pero también son templos de su Espíritu Santo. Nuestra mente, voluntad, deseos, afectos, relaciones y posesiones deben honrar al Salvador.
Si deseamos agradar al Señor, será mejor que cambiemos,
y que no sigamos haciendo lo que queramos. Comencemos a considerar
cómo glorificar al Señor, con nuestro cuerpo, alma y espíritu.
Feliz día. ¡Dios te
bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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