12.02.2022
Salmos 63.1-4“Dios mío eres tú; de
madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en
tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como
te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida;
mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis
manos”. Amén.
El amor de David por Dios debe inspirarnos. Pero ¿de dónde venía su pasión? Esa relación no se fabrica, no se crea mediante fuerza de voluntad, ni esforzándonos por alcanzar un estado emocional genuino de anhelo. El amor a Dios viene de Él, como un regalo para quienes pertenecen a Cristo, porque Él nos amó primero (1 Juan 4.19).
Lo anterior significa que los que tenemos hambre y sed de Dios somos los creyentes. El resto de la gente anhela riqueza, seguridad, control, prominencia… cosas que entienden les darán lo que su alma necesita.
Muchos van por la vida tratando de conectar con la esperanza de satisfacer deseos que ni siquiera entienden. Con frecuencia, el resultado es de relaciones vacías, trabajo excesivo y conductas inmorales.
“Nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en Dios” (Agustín de Hipona). David sabía que Dios era la solución de su mente y corazón.
¿Te sientes vacío por tratar de satisfacer tu alma con lo incorrecto? Ven a Dios de corazón, y descubre la llenura que puedes tener.
Feliz día. ¡Dios te
bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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