1 Juan 1.1-4
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído y visto con nuestros ojos; lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, la hemos visto, testificamos, y anunciamos la vida eterna; la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído anunciamos, para que también ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas escribimos, para que su gozo sea cumplido”. Amén.
Los cristianos estamos llamados a ser testigos de Jesucristo; por lo que necesitamos elocuencia o carisma para explicar las Buenas Nuevas. Un testigo es alguien que da testimonio de lo visto, escuchado o experimentado. Eso es lo que hizo Juan en el inicio de su carta… compartió su conocimiento de primera mano, por haber estado con el Señor, y eso hizo que su gozo fuera completo.
Si alguna vez has compartido el Evangelio con alguien que aceptó a Cristo como Salvador, es probable que hayas experimentado plenitud de gozo. Incluso si el mensaje no fue recibido, hay una gozosa satisfacción en ejecutar el mandato de Jesucristo, de hablar a otros acerca de Él. Pero si el principal problema es el cómo te ves, no habrá júbilo; y puede que hasta critiquen tu explicación del Evangelio.
Testificar no es cuestión de seducción o habilidad verbal, es desbordar el amor por Jesucristo, junto con el deseo de invitar a la gente a conocerlo. Al permitir que el Espíritu Santo exprese vida y poder a través de ti, hace que el gozo rebose e inunde a otros.
Feliz día, ¡bienaventurado 2022!
¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Refer.: En.Contacto)
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