2do. libro de Reyes 19.14-16, 19-20
“Y tomó Ezequías las
cartas de mano de los embajadores; y después que las leyó, subió a la casa
de Jehová, y las extendió delante de Él. Y oró diciendo: Jehová Dios de
Israel, … sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; …. Inclina tu
oído, y oye; abre tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha
enviado a blasfemar al Dios viviente. Ahora, pues, oh, Jehová Dios nuestro, sálvanos,
te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú,
Jehová, eres Dios. Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías:
Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib
rey de Asiria, he oído”. Amén.
El rey Senaquerib, cuyos ejércitos habían capturado todas las ciudades fortificadas de Judá, envió mensaje al rey Ezequías para que no se dejara engañar del Dios en quien confiaba, que se rindiera, que su resistencia sería inútil, y que no escaparía de las manos de los reyes de Asiria. Pero Ezequías hizo lo que todo creyente en Dios debe hacer ante cualquier situación: ORÓ.
A diferencia del rey Ezequías, es probable que no tengas que enfrentar un ejército invasor, pero sí que tengas problemas y necesidades que amenacen tu paz y seguridad. ¿Qué haces al respecto? ¿Confías en tus propias fuerzas y talentos, o pides ayuda a Dios?
Dios contestó la oración de Ezequías, liberando a Judá. Y Senaquerib fue forzado a salir. La oración debe ser tu primera respuesta ante cualquier crisis. Nuestros problemas son oportunidades para Dios mostrarnos su poder y misericordia. Ninguna preocupación es pequeña para llevársela a Dios, ni tan grande que Él no pueda manejarla.
La oración es un privilegio dado por Dios que nos permite llevar nuestras ansiedades ante Él, confiando en que sabe mejor que nadie qué respuesta ofrecer.
¿Sabes que pierdes cuando oras? tu orgullo, tu autosuficiencia, así como el temor y la ansiedad. Así es que, ¡aprende a orar y a depender de Dios!
Feliz día ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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