Romanos 5.1-5 “Justificados por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
La presencia del Espíritu Santo es fundamental para la vida cristiana. Pese a nuestros mejores esfuerzos, no tenemos capacidad para producir un carácter semejante al de Cristo con nuestras fuerzas, pese haber sido declarados justos mediante la fe en Él… todavía sucumbimos al pecado, a las presiones del mundo y a las tentaciones.
Afortunadamente existe un recurso mayor que cualquier obstáculo: el Espíritu de Dios morando en nosotros, quien obra todo el tiempo para transformarnos, dándonos deseos santos, haciéndonos sensibles a su guía, y ayudándonos a obedecerlo y servirle. Al someternos al Espíritu, crecemos en la fe y nos asemejamos más a Cristo.
No obstante, debemos participar en el proceso, cultivando actitudes de obediencia, amando a los que no son amables, eligiendo la alegría en lugar de la queja, siendo amables cuando preferiríamos no serlo, y siendo pacientes a pesar de la frustración o la ira.
Al confiar en el Espíritu Santo, el corazón cambia: el amor echa raíces, la alegría llena el corazón, la bondad se refleja y la paciencia produce un espíritu apacible.
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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