Mateo 5.22-25
“Pero yo digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que
diga necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le
diga fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu
ofrenda al altar, y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja
allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu
adversario pronto …”.
Todos pretendemos que nuestras amistades sean duraderas. Pero toda relación involucra a personas imperfectas, y nacidas con naturaleza pecaminosa, lo cual significa que herir sentimientos es inevitable; que, de no enfrentarlos, la amistad puede tristemente debilitarse o acabarse.
¿Cómo evitar ese problema tan común? ¡Reconociendo que el daño existe! Desde que ves que “algo no está bien, esa es tu voz de alerta. Sería bueno identificar la situación y solucionarla. Por qué no trabajar juntos y evaluar cómo comenzó el problema. Quizás fue por algún malentendido, un conflicto sin resolver, o por el ajetreo diario…
Luego de reconocer el problema, deben asumir la responsabilidad y que ambos sean parte de la solución. Disculparse sin justificar acciones ni acusarse; hacerlo demuestra verdadero amor y lealtad.
La disculpa debe ir seguida de una corrección. Pregúntense uno al otro, qué acción podrían tomar ambos para reconstruir la relación, y ¡asegúrense de hacerla!
Reparar
amistades requiere humildad, reconocimiento de las faltas, esfuerzo por solucionarlas
y tiempo para sanar. En vez de esperar que una relación tenga problemas, si eres inteligente,
seguirás estos pasos, y evitarás lastimar a un amigo querido.
Feliz día. ¡Y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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