Salmos 78.1-3, 6-8
“Escucha, pueblo mío, mi ley; inclina tu oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos, las cuales hemos oído y entendido; que nuestros padres nos las contaron. Para que lo sepa la generación venidera, los hijos que nacerán; los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; guarden sus mandamientos, y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios…”. ¡Amén!
En la Biblia te das cuenta de que Dios quiere tu atención. Y no es por simple deseo, sino para que te vaya bien en todo lo que tengas o debas hacer.
Cristo dijo: “Yo soy la vid, ustedes los pámpanos (las ramas, los vástagos, los retoños); el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada pueden hacer” (Juan 15.5).
Es posible que los apóstoles se desanimaran al escuchar esto, pero también escucharon al Señor decir que la comunión con Él era la clave para llegar a convertirse en quienes Dios quería que fueran, pues ¡para Dios todo es posible!
Aprendamos a valorarnos en el Señor y a descansar en Él. Seremos recipientes de su poder, sabiduría, misericordia, paz y amor. Depender de Él es el mejor camino hacia una esperanza verdadera.
¿Cómo cambia tu perspectiva cuando pones tu confianza en Dios, y decides ser una ramita que permanece en Cristo?
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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