*Santiago 4:11* *“Amados hermanos, no hablen mal los unos de los otros. En cambio, les corresponde obedecer la ley, no hacer la función de jueces”*
Nos encanta acusar a otros y excusarnos. Pensamos que al señalar con el dedo a alguien más, Dios se va a olvidar de lo que hemos hecho. O cuando señalamos al que ha caído, entonces no nos vemos tan mal. Pero hay por lo menos cuatro instancias donde la palabra nos dice, no hagas esto.
*Cuando sacamos conclusiones por la apariencia:* Juzgamos y evaluamos a las personas por su rostro, ropa, peinado. En Juan 7:24 dice “No juzguéis según las apariencias”. Eso es imprudente y es injusto.
*Cuando hago lo mismo:* No tengo derecho a juzgar a nadie más si soy culpable de lo mismo. En Romanos 2:3 dice “Y tú, que juzgas a otros por hacer esas cosas, ¿cómo crees que podrás evitar el juicio de Dios cuando tú haces lo mismo?”.
*Cuando condenamos a alguien antes de escuchar los hechos:* No es prudente emitir un juicio acerca de alguien antes de conocer todos los hechos. Dice en Juan 7:51 “no podemos condenar a nadie sin antes escucharlo”. Emitir un juicio sin el beneficio de la duda es incorrecto.
*Cuando soy ciego hacia mis propias faltas:* Jesus dijo en Mateo 7:3-5 “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”. Esto es pretender ser ciego y pensar que todos los demás también lo son.
Cualquier cosa que me haga hablar mal de otra persona, está mal. Debemos amar a las personas incluso cuando están haciendo mal. *Los cristianos debemos ser conocidos por proveer ánimo a otros, no por críticas*. Me gustaría ser conocido como una persona que habla bien de otros.
Feliz día. *Y que Dios te bendiga!*
Mario De Jesús
(Referencia: VTRH Ministries)
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